Una reflexión sobre la identidad construida y la autoridad cuestionada, que nos pregunta quiénes somos cuando nos liberamos del condicionamiento que nos dice quiénes debemos
Estar en una “sociedad educada”. Por mucho que sea una
fantasía hilarantemente absurda, es una meditación sobre como nos definimos a nosotros mismos, cómo nos creamos en una mezcla turbulenta de emociones y las fuerzas que intentan moldearnos.
¿Por qué estamos aquí? ¿Qué nos hace ser quiénes somos?
Bella, en toda su trepidante fuerza y el misterio que encierra, no responde a la pregunta, pero sí es un símbolo de la transición de la idea de la identidad, la autenticidad y la emancipación se convierten en los pinceles que dan forma a su propia obra existencial, es un canto a la libertad, la joven prefiere un disparo al corazón antes de ser encerrada. Y se aferra a este deseo, pues no vale la pena tener una vida sin libertad de elección. Así que explora, hace preguntas, reflexiona. Devela el ser escondido detrás de la fría rigurosidad científica o de los patéticos celos.
La franqueza y la libertad con las que dice lo que piensa y hace alimenta su alma. Su curiosidad, su sensualidad, su búsqueda de placer, el sexo como liberación, la conexión con su mundo interior, su necesidad de respuestas -que sabemos que no son únicas- la hace avanzar hacia su siguiente exploración. Es la vivacidad sin límites de un ser (extra) ordinario lo que la obliga a mirar hacia donde no solemos hacerlo.Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.